martes, 20 de mayo de 2014

La calle para Talavera

¿Cómo debería ser Talavera para poder educar?

En 1º lugar debemos pensar el espacio público como un lugar de encuentro y tránsito donde la comunicación espontánea es el principal eje sobre el que debe versar la construcción del lugar para poder lograr como objetivo la educación.

En segundo, comprender que la educación no debe aplicarse o ser razonada desde unas condiciones de desigualdad o precariedad, es decir, educar no debe ser utilizado para compensar carencias económicas o para cambiar conductas no deseadas.

Y por último, las funciones del educador social deben constituir un punto de reflexión sobre hacia donde orientar todas las acciones encaminadas a la construcción de Talavera como una ciudad que puede ofrecer espacios para la educación.

En cuanto a los lugares de tránsito, hay que mencionar a La Plaza del Pan como un lugar hecho para la reunión y confluencia de gran número de personas, ya que, puede observarse que el espacio dedicado a la convergencia de los ciudadanos es mayor que para el de los coches.
En otras calles vemos como los parques infantiles o los gimnasios para mayores suelen abundar en demasía en esta ciudad, desgraciadamente esto no garantiza lugares para el diálogo y la educación donde los educadores puedan elaborar proyectos educativos.

Sin lugar a dudas, las carreteras inundan las calles, saturando el espacio e imposibilitando las zonas donde las personas puedan mantener una conversación tranquilamente, lejos del ruido que los motores producen, fuera del ajetreo que las estrechas calles producen por la concentración de individuos, fuera de la constante incitación al consumo, puesto que todas las tiendas están mirando hacia el exterior, algo que es completamente lógico porque a mayor visibilidad que cualquier mercado tenga, mayor será la probabilidad que reciba visitas. En este último aspecto, vemos como los comercios configuran la estética de las calles, imprimiendo su sello personal sobre la configuración que caracteriza a Talavera.

Tomemos como ejemplo a la Calle San Francisco, a pesar de la gran explanada que el lugar alberga, las tiendas bañan por completo la zona, de camino a la Plaza del Reloj, la calle se ensancha y el número de tiendas aumenta, en este estrecho vemos como se prioriza al mercado y los negocios en pos de la tranquila convivencia en la ciudadanía.


Los educadores sociales y en especial, los animadores socio-culturales, debemos abogar por una ciudad que respete el espacio público dedicado a los ciudadanos, un espacio libre de comercios, de contaminación ambiental, de publicidad, en definitiva, un espacio donde los ciudadanos puedan educarse, recibir y crear cultura al margen de los negocios e intereses que el mercado produce. Si antepusiéramos estos principios de educación y convivencia, la ciudad que hoy se conoce como Talavera no sería sin duda la misma.

Una ciudad dedicada al ocio, al disfrute del tiempo libre, la elaboración de actividades, la reunión de personas con un espacio reconocido y adaptado para la organización de diversas actividades, sean educativas o de entretenimiento, o ambas a la vez.

La educación en la ciudad debe virar en torno a ideales de igualdad, tolerancia, compromiso con el medio ambiente, logro de la autonomía individual y colectiva, autocrítica y toma de poder de la ciudadanía respecto a los asuntos que la conciernen y afectan.
El educador social debe ofrecer actividades que ofrezcan la posibilidad de empoderar a los ciudadanos para capacitarlos en la creación de su propia cultura o el mantenimiento de la misma, siempre pensando en un futuro donde las decisiones que giran en torno a la democratización de la cultura sean tomadas por la mayoría ciudadana.

Para terminar, la concepción actual sobre la que versa en cuanto a las actividades que los educadores sociales deben realizar: educar en el civísmo; no debe ser aceptada en su totalidad, porque la educación no debe concebirse como medio alienador de las personas, es decir, el civísmo no es extrapolable a todas las ciudades en el mismo sentido, porque cada una de ellas posee características distintas que no la hacen igual, por lo tanto, los educadores deben ofrecer actividades que liberen del encorsetamiento sobre los prejuicios que supone entender el civísmo a priori.

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